Nuestros mayores son el grupo más vulnerable en esta situación de pandemia por Covid 19 que vivimos, son el colectivo más afectado en morbilidad y mortalidad. Son el grupo de edad con más hospitalizaciones y mayor mortalidad.

Hay factores clínicos propios de esta franja etaria, el deterioro cognitivo, y la comorbilidad somática y psiquiátrica, que los hace especialmente vulnerables. 

Las consecuencias del confinamiento están dando la cara y nos están confirmando nuestros temores. Ha habido un claro empeoramiento funcional, y un aumento de síntomas de depresión y ansiedad.

Sabemos que el aislamiento social es un grave problema de salud pública y esta epidemia no ha hecho más que ponerlo en evidencia. La desconexión social aumenta el riesgo de enfermedades cardiovasculares, autoimunes y de salud mental, especialmente depresión y ansiedad. (1) 

Necesitamos mejorar una intervención psicológica en crisis para nuestros mayores y desarrollar métodos para la educación en salud mental a través de internet o mediante formas de entretenimiento, para hacerlo más factible.

En el caso de personas mayores con demencia, el confinamiento ha supuesto un empeoramiento de sus funciones cognitivas pero también en aquellos síntomas psicológicos y conductuales propios de estas enfermedades (SPCD). Ya hay estudios que hablan de casi un 60% de casos en que hubo empeoramiento de SPCD y en casi un 30% hubo necesidad de ajustar la dosis de los medicamentos para este fin. Los síntomas que empeoraron con más frecuencia fueron la irritabilidad, apatía, agitación y ansiedad y lo síntomas nuevos que aparecieron con más frecuencia fueron los trastornos del sueño y la irritabilidad. (2) 

Los servicios de salud mental necesitan planificar una estrategia post-pandemia para abordar todas estas necesidades emergentes.

Debemos ser cautos y seguir todas las recomendaciones necesarias para evitar contagios pero no podemos olvidar que el aislamiento social provoca ansiedad y depresión y empeora muchas enfermedades ya existentes. Este difícil equilibrio entre distanciamiento social y evitar la deprivación sensorial y la desconexión social es un reto diario pero es factible. 

Mantengamos a nuestros mayores estimulados, conectados con sus redes sociales habituales. Y No caigamos en posturas ageístas y nos olvidemos que son el sector de la población más vulnerable.

Dra. Águeda Rojo

BIBLIOGRAFIA:

1. Z I Santini et al. Social disconnectedness, perceived isolation, and symptoms of depression and anxiety among older Americans (NSHAP): a longitudinal mediation analysis. The Lancet public health. Volume 5, Issue 1, January 2020, Pages e62-e70
2. A Cagnin et el. Behavioral and Psychological Effects of Coronavirus Disease-19 Quarantine in Patients With Dementia. Frontiers in Psychiatry. September 2020. Volume 11. Article 578015 

Dra Rojo y Dra Moreno